El teléfono traductor que pronosticó Ray Kurzweil hace más de 20 años hoy es una realidad




El gurú de la tecnología Raymond Kurzweil, a finales de los años ’90, dio una larga lista de profecías tecnológicas para el siglo XXI. La mayoría eran investigaciones propias. Una de ellas fue el “teléfono traductor”, en el que una persona habla en un idioma y otra lo escucha en una lengua diferente. En la actualidad ya existen varios de estos gadgets en el mercado.

Textualmente, Kurzweil escribió: (en 2009) los teléfonos traductores habla-habla se usan corrientemente para muchos pares de lenguas. (La era de las máquinas espirituales, 1999).

Una vez más, sorprende la precisión de su prónóstico: en el MWC de 2017 en Barcelona, la compañía holandesa Travis presentó su traductor que sirve para más de 80 lenguas. Hoy también se comercializan otros como el Muama Enence japonés (40 idiomas) o el Aibecy (34 pares de lenguas).

¿En qué consiste?

Es un pequeño dispositivo que generalmente solo incluye uno o dos botones que hay que presionar para grabar o escuchar una frase hablada. La idea es que, por ejemplo, un turista argentino en Tokyo pueda presionar un botón para preguntar dónde puede comer sushi en la calle dónde se encuentra y una señorita escuche la pregunta en japonés. El siguiente paso sería grabar la respuesta en japonés, y escucharla en español. Tan simple como eso.

Ahora, ¿No puedo hacer eso con una app móvil? Si. Una cantidad enorme de prototipos con años de investigación terminan convirtiéndose en aplicaciones para smartphones. Desde hace un tiempo se pueden conseguir apps e incluso software para PC que cumplen funciones similares. Pero la ventaja de estos dispositivos es su independencia en la utilización: ¿cómo usarías una app de traducción al mismo tiempo que le muestras una dirección en Google Maps a tu interlocutor? Allí radica uno de los puntos a favor. Se puede tener (y usar) el teléfono en una mano y el traductor en la otra sin problemas.

Otro punto a favor es que la mayoría de estos productos no necesitan conectividad porque usan la base de datos propia que se aloja en la memoria interna. Si alguno todavía requiere que se lo vincule a un dispositivo móvil, la empresa que los produce debería cambiar esa función para lograr una total independencia en el proceso de traducción.

En definitiva, una predicción de hace dos décadas hoy es una realidad tangible en el mercado. Tal vez no de la forma en que se pensó originalmente. Pero sin es un avance enorme para seguir eliminando barreras, en este caso las que nos impone un idioma desconocido.

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